dijous, 29 d’abril del 2010

Operar el corazón a distancia


Insertar un catéter para resolver los problemas de ritmo cardiaco que sufren algunos pacientes es algo relativamente frecuente en las consultas de cardiología. Y cada vez más, los científicos cuentan con un aliado robótico en su tarea. Uno de estos nuevos brazos articulados, dirigidos desde la distancia por el especialista, acaba de estrenarse por primera vez en el mundo en la Universidad británica de Leicester.

En este tipo de procedimientos, los médicos introducen unos pequeños electrodos en los vasos sanguíneos para tratar de evaluar y localizar la anomalía que provoca alteraciones en su ritmo cardiaco. Una vez identificada la región en la que los impulsos eléctricos no se comportan con normalidad, el propio catéter permite 'anular' esa zona mediante ablación (quemando los tejidos con una pequeña descarga de bajo voltaje).

Esta cirugía mínimamente invasiva, que lleva practicándose con éxito durante más de dos décadas para solucionar las arritmias, puede durar varias horas en las que el cardiólogo intervencionista va siguiendo la evolución del catéter (unos finos cables) a través de los vasos sanguíneos mediante técnicas de imagen que emiten radiaciones, de las que se protegen con un aparatoso delantal de plomo.

Para evitar estos problemas y mejorar su agilidad de cara a insertar los electrodos en el punto preciso, la compañía estadounidense Catheter Robotics ha diseñado un moderno brazo robótico (bautizado como Remote Catheter Manipulation System) que permitirá llevar a cabo la operación a distancia, con un mejor control, aseguran, de todo el dispositivo. La filosofía del invento es hermana de la que ya emplea el robot Da Vinci, que permite al cirujano intervenir al paciente desde una consola que controla a varios metros de la camilla.

"En España existen dos robots de este tipo en al menos tres hospitales, el Clínico San Carlos y Puerta de Hierro en Madrid y el Vall d'Hebron en Barcelona", explica a ELMUNDO.es Julián Pérez-Villacastín, secretario general en la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Cada uno de estos aparatos puede tener un coste que ronda los dos millones de euros, lo que, sumado a que aún es necesario precisar más su uso, está haciendo que tarden en generalizarse.

El primero en probarlo
El doctor André Ng, del Hospital de Glenfield, será el primero de probar su destreza robótica en pacientes con el nuevo dispositivo, tal y como ha anunciado su institución en una nota de prensa. "La ventaja es que nos permite hacer los movimientos con más precisión", explica este cardiólogo y electrofisiólogo. Además, augura que en el futuro, nuevos desarrollos en el dispositivo permitirán utilizarlo también con éxito en otro tipo de cirugías más complejas.

Una idea en la que coincide su colega español: "Nosotros lo usamos todas las semanas en las arritmias más complicadas [llevan alrededor de 100 intervenciones con robot] y cuando al paciente le transmites tu confianza, y le dices que el robot lo va a hacer aún más perfecto que tú, se fía de su médico".

Hoy por hoy, añade Pérez-Villacastín, las arritmias requieren tratamiento cuando el paciente nota síntomas ("como que se le salta el corazón") o cuando su especialista detecta que puede reducir su supervivencia. "Hace años, la primera opción eran los fármacos y sólo interveníamos en algunos casos, ahora la situación está cambiando y en pacientes jóvenes nos planteamos mucho más este tipo de cardiología intervencionista".