dijous, 19 de febrer del 2009

El Alzheimer engrosa la lista de riesgos de los fumadores pasivos

El ministro de Sanidad, Bernat Soria, cuenta con un nuevo argumento si finalmente se decide a endurecer la ley antitabaco para proteger mejor a los no fumadores. Un estudio publicado en la edición 'on line' de la revista 'British Medical Journal' ('BMJ') aporta pruebas de que el tabaquismo pasivo aumenta el riesgo de sufrir demencias, como el Alzheimer, y deterioro cognitivo. La investigación de los peligros neurológicos de los cigarrillos ha seguido el mismo curso que la de las dolencias cardiacas, respiratorias y oncológicas: primero se observó en los adictos y, posteriormente, en los consumidores involuntarios.

Ante la nueva consecuencia constatada, el neurólogo Jesús Porta, del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, prevé una posible aplicación práctica: "En la consulta deberíamos preguntar a nuestros pacientes no sólo si fuman, sino si han sido fumadores pasivos". En su opinión, cada vez está más claro que el tabaco "juega un papel importante sobre la cognición".
Mito caído
Por otro lado, ya apenas caben dudas de que lo que ejerce un efecto nocivo "es el humo en sí mismo, y no otros factores", tal y como apunta Pablo Martínez- Lage, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología. Además, el avance de la investigación ha permitido desterrar falsas creencias, como la que aseguraba que el tabaco protege de la demencia. Este tipo de mitos ha ido cayendo, uno a uno, cuando se han llevado a cabo estudios amplios y rigurosos.
El trabajo que acaba de ver la luz fue llevado a cabo con una muestra de casi 5.000 no fumadores de más de 50 años de Gran Bretaña. Con el fin de asegurarse de que los participantes decían la verdad sobre su exposición al tabaco, los investigadores no se conformaron con preguntarles si convivían desde hace tiempo con un fumador o pasaban largos periodos en locales cargados de humo; también les tomaron muestras de saliva, en las que rastrearon la presencia de cotinina, un subproducto de la nicotina que se encuentra en altas concentraciones en los adictos, en cantidades algo más bajas en los fumadores pasivos y aún menores en quienes apenas se exponen a los tóxicos del tabaco.
Asimismo, todas las personas fueron sometidas a diversos test neurológicos que valoraban aspectos como la memoria verbal o el control del paso del tiempo. Con todos estos datos, los autores comprobaron que las que habían tenido un contacto superior con los cigarrillos ajenos tenían más probabilidad de sufrir deterioro cognitivo.
En el estudio no se indagaron los mecanismos que están detrás del aumento del riesgo de demencia, pero los autores hacen referencia a trabajos anteriores que vinculan el tabaquismo pasivo con la enfermedad cardiaca y el infarto cerebral, dos condiciones que, a su vez, están relacionadas con el aumento de los problemas cognitivos. En este sentido, una de las hipótesis es que los accidentes cerebrovasculares reducen el volumen cerebral sano, lo que aumenta el riesgo de demencia.
Pero en algunas investigaciones previas sobre dependencia del tabaco y Alzheimer se han descubierto indicios de que el efecto vascular del tabaco no es aplicable a todos los casos. Probablemente, las sustancias que se propagan por el humo ejercen otras acciones, como el aumento del estrés oxidativo o de la inflamación.
Aunque todavía no se conozcan los mecanismos exactos, Martínez-Lage cree que se puede concluir que lo que resulta nocivo para el cerebro "no es sólo fumar, sino vivir con un fumador".
Porta añade otro dato extraído de la literatura científica: "Por encima de los 43 años ya se ve deterioro cognitivo, sin llegar a la demencia, en fumadores activos".
Esperanza
No obstante, Martínez-Lage puntualiza que el panorama puede cambiar y la sentencia de daño cognitivo no es definitiva, ya que "cuando se evalúa a personas que fueron fumadoras, el riesgo de demencia no es superior al de quienes nunca han sido adictas".
Los expertos coinciden en señalar que estos hallazgos sirven para apoyar las campañas de concienciación social. "La demencia tiene unas consecuencias terribles en la calidad de vida, es un trastorno muy temido y no es fácil de prevenir. Consecuentemente, dar a conocer su vínculo con el tabaquismo pasivo puede tener una amplia resonancia en la opinión pública", según los autores de un editorial sobre el estudio, quienes animan a endurecer las legislaciones antitabaco. Recalcan que no todo debe ser ciencia sofisticada. También hay intervenciones de "baja tecnología", como "limpiar el aire que respiramos".