Un equipo de investigadores estadounidenses ha identificado cómo las neuronas interactúan con su entorno para enviar sus axones y dendritas a los lugares adecuados del sistema nervioso.
El cerebro sigue siendo un gran desconocido. Los hallazgos que se van haciendo sirven de multiplicadores de nuestra ignorancia, como comprender lo pequeño que es el sistema solar dentro de la vía láctea y la ínfima parte que ésta representa del universo.
Richard Klemke, profesor de patología en la Universidad de California en San Diego (EEUU), y un equipo de colaboradores han vislumbrado una estrella más de nuestro complejo sistema nervioso. Han logrado trazar un mapa con miles de proteínas implicadas en el control de la función neuronal. En concreto, en el desarrollo de las neuritas.
Las células del sistema nervioso por excelencia, las neuronas, están formadas por un cuerpo (soma) y por unas prolongaciones llamadas axones y dendritas, que conducen y reciben los impulsos, respectivamente. Ambas proyecciones se forman a partir de una misma estructura llamada neurita.
Como las ramas de un árbol, las neuritas brotan del soma neuronal y crecen en el tejido nervioso hasta convertirse en una de las dos terminaciones. "Los mecanismos que provocan esta diferenciación se desconocen aún", relata a elmundo.es Richard Klemke. Él y sus colegas han podido identificar, sin embargo, cómo y por qué crecen las neuritas.
Para ello, debieron salvar primero el obstáculo de lograr separar con éxito el cuerpo neuronal de las neuritas. Las complejas técnicas empleadas, detalladas en el informe que publica la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', incluyen un filtro de microporos ideado por el equipo para aislar estas estructuras y poder avanzar en su estudio.
Como las ramas de un árbol
El secreto está en el cono de crecimiento y, sobre todo, en dos proteínas presentes en gran cantidad en esta estructura. El cono, situado en la punta de las proyecciones, actúa como la yema de un tallo dirigiendo su crecimiento. La luz es el estímulo que persiguen las plantas mientras que las neuritas se guían por otros, en este caso químicos, en su camino.
Estos quimioatractivos actúan a través de redes de regulación, según los hallazgos de estos investigadores, que destacan el papel de dos proteínas intracelulares, Cdc42 y Rac, encargadas de "transmitir las señales del entorno de la célula al citoesqueleto [el soporte interno celular, como nuestros huesos] para controlar los cambios en la forma que conducen a la protrusión de la neurita", explica Klemke. Una suerte de traductor de información en órdenes.
El conjunto es mucho más complejo. Cerca de 5.000 proteínas podrían estar implicadas en el proceso, integradas en 51 redes que "controlan diferentes funciones celulares durante la neuritogénesis para afinar la extensión de las neuritas", afirman los autores.
Aunque ciertamente preliminar, las conclusiones de este trabajo son un paso importante en la comprensión del funcionamiento de las neuronas que muchos esperan sea algún día útil para tratar patologías como el Alzheimer o la lesión medular.
"Si podemos descubrir cómo iniciar y dirigir los brotes de las neuritas hacia el lugar apropiado del cerebro o la médula espinal seremos capaces de revertir las enfermedades neurodegenerativas y los daños medulares, respectivamente", concluye Klemke. "Comprender las señales que median este proceso es un importante primer paso para abordar el problema".
El cerebro sigue siendo un gran desconocido. Los hallazgos que se van haciendo sirven de multiplicadores de nuestra ignorancia, como comprender lo pequeño que es el sistema solar dentro de la vía láctea y la ínfima parte que ésta representa del universo.
Richard Klemke, profesor de patología en la Universidad de California en San Diego (EEUU), y un equipo de colaboradores han vislumbrado una estrella más de nuestro complejo sistema nervioso. Han logrado trazar un mapa con miles de proteínas implicadas en el control de la función neuronal. En concreto, en el desarrollo de las neuritas.
Las células del sistema nervioso por excelencia, las neuronas, están formadas por un cuerpo (soma) y por unas prolongaciones llamadas axones y dendritas, que conducen y reciben los impulsos, respectivamente. Ambas proyecciones se forman a partir de una misma estructura llamada neurita.
Como las ramas de un árbol, las neuritas brotan del soma neuronal y crecen en el tejido nervioso hasta convertirse en una de las dos terminaciones. "Los mecanismos que provocan esta diferenciación se desconocen aún", relata a elmundo.es Richard Klemke. Él y sus colegas han podido identificar, sin embargo, cómo y por qué crecen las neuritas.
Para ello, debieron salvar primero el obstáculo de lograr separar con éxito el cuerpo neuronal de las neuritas. Las complejas técnicas empleadas, detalladas en el informe que publica la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', incluyen un filtro de microporos ideado por el equipo para aislar estas estructuras y poder avanzar en su estudio.
Como las ramas de un árbol
El secreto está en el cono de crecimiento y, sobre todo, en dos proteínas presentes en gran cantidad en esta estructura. El cono, situado en la punta de las proyecciones, actúa como la yema de un tallo dirigiendo su crecimiento. La luz es el estímulo que persiguen las plantas mientras que las neuritas se guían por otros, en este caso químicos, en su camino.
Estos quimioatractivos actúan a través de redes de regulación, según los hallazgos de estos investigadores, que destacan el papel de dos proteínas intracelulares, Cdc42 y Rac, encargadas de "transmitir las señales del entorno de la célula al citoesqueleto [el soporte interno celular, como nuestros huesos] para controlar los cambios en la forma que conducen a la protrusión de la neurita", explica Klemke. Una suerte de traductor de información en órdenes.
El conjunto es mucho más complejo. Cerca de 5.000 proteínas podrían estar implicadas en el proceso, integradas en 51 redes que "controlan diferentes funciones celulares durante la neuritogénesis para afinar la extensión de las neuritas", afirman los autores.
Aunque ciertamente preliminar, las conclusiones de este trabajo son un paso importante en la comprensión del funcionamiento de las neuronas que muchos esperan sea algún día útil para tratar patologías como el Alzheimer o la lesión medular.
"Si podemos descubrir cómo iniciar y dirigir los brotes de las neuritas hacia el lugar apropiado del cerebro o la médula espinal seremos capaces de revertir las enfermedades neurodegenerativas y los daños medulares, respectivamente", concluye Klemke. "Comprender las señales que median este proceso es un importante primer paso para abordar el problema".
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