dimecres, 4 de novembre del 2009

Radiografía del médico español: micro-manual para médicos extranjeros


Stop! Si eres médico y español, no leas este artículo, es tontería. No vas a descubrir nada que no sepas y hasta es posible que te sientas incómodo ¡A otra cosa, mariposa! Vete a tomar una cañita con los amigos o algo.
Si te acabas de incorporar al sistema nacional de salud y provienes de otro país, bienvenido. Ahora que los de aquí ya no nos leen, hablemos claro, hay facetas del médico autóctono que son únicas y conviene conocerlas.

Efectivamente, servidora es española, pero vivir entre ingleses debe ser un pelín contagioso y nacer en el país de la Lola sólo te da inmunidad parcial ante el riesgo de "inglesamiento maligno agudo"; vamos, que todo se pega.
Después de haber trabajado muchos años entre gente de varias nacionalidades reconozco ciertas actitudes que son únicas y parte de la idiosincrasia del médico español. Si te quieres integrar a fondo, toma nota de lo que hay que hacer:
Ir al hospital hecho un pincel. Ellos: ropa de marca, ellas: perfectamente conjuntadas ropa-bolso-zapatos, maquillaje y joyas. El nivel de elegancia es comparable con lo que en la Europa nórdica sólo se ve en entrevistas de trabajo o bodas bien.
Cambiarse al pijama y bata hospitalario que deben estar siempre impolutos, absolutamente inmaculados. La única excepción, los traumatólogos a los que un manchón de escayola les añade talante.
Darse besos, muchos besos y de dos en dos. En cuanto hace más de 24 horas que no te ves con alguien, ya tienes que besarte. Besar pacientes también está bien visto. (Nota: los médicos ingleses sólo se besan después de la decimoquinta pinta).
Tomarse la comida muy en serio. Comer es sagrado y debe incluir dos platos, postre, pan y vino. Ese tiempo es intocable e inamovible y bajo ninguna circunstancia debe mezclarse con otras actividades lectivas o intelectuales.
Acudir a congresos internacionales pero luego no pisar el congreso (excepto para recoger la bolsa con los bolis), pues ahí nadie habla "cristiano"; es una buena manera de conocer mundo y hacer turismo pagado por los laboratorios.
Hablar al paciente de forma que nunca entienda lo que le dices y muy alto, como si fuera sordo. Es importante hablar y elegir bien las palabras, cuanto más rebuscadas y largas mejor. No tiene sentido decir "le vamos a operar" cuando se puede decir "la situación requiere una intervención quirúrgica" o afirmar "no tengo ni idea porqué le duele la garganta", pudiendo decir "su odinofagia es de origen idiopático". El tono debe ser tajante y no debe dar opción a preguntas.
Cualquier escrito, anotación o carta debe ser de carácter ilegible, a ser posible sin fecha ni hora y por supuesto sin firmar; excepto por un corto borratajo. En caso de contar con un idioma autonómico, es mejor hacer las cartas de alta en susodicha lengua, sobre todo si el paciente es de otra autonomía y particularmente si es extranjero.
Criticar en grupo en mandatorio. Los adjuntos critican a los residentes: "No tienen interés", "lo han tenido muy fácil", "cuando yo era residente..."; los residentes critican a los adjuntos: "Qué panda da vagos", "no quieren enseñarnos", "cuando yo sea adjunto...". Los médicos critican a las enfermeras que a su vez critican a los médicos. Los médicos de hospital critican a los de Atención Primaria: "No tienen ni idea y mandan todo al hospital" y los de AP critican a los de hospital: "Estos tíos se creen dioses".
La relación profesional con otro colega a la hora de discutir un paciente es siempre proporcional a cómo te "caiga" ese médico. Cualquier situación es susceptible de convertirse en una charla social amistosa propia de conversación delante de la barra de un café más que delante de una camilla. Los colegas bordes no interesan y hay que evitarlos a toda costa.
Ignorar la medicina basada en la evidencia, las cosas se hacen por la regla nº 1: "Aquí las hacemos así" o por la 2: "Así se han hecho toda la vida". Los guiris que hagan lo que quieran.
Administrar analgesia o anestesia es de blandengues. Reducir fracturas o poner vías a niños ha de hacerse siempre a pelo.
Tratar a familiares y amigos no sólo es aconsejable sino obligatorio. Lo que en otros países está casi prohibido por ley aquí está bien visto. Operarle los juanetes a la cuñada o apañarle la próstata al suegro son actos de rigor.
Los protocolos y guías de actuación clínica están para ignorarlos; libertad ante todo. Bien es sabido que las normas y las reglas está muy bien que existan pero principalmente existen para poder saltárselas.
Trabajar duro de 8 a 15 horas está estupendo pero después se cierra el chiringuito. La tarde es para disfrutar no para tirarla con temas médicos.
En fin, que el médico español es ante todo un ser sociable, amante de su libertad y tradicional. Y si no te gusta, oye, ya sabes dónde está la puerta, digo, la frontera.
Mónica Lalanda lleva unos meses en España tras pasar los últimos 16 años en Inglaterra, la mayoría como médico de urgencias en Leeds (West Yorkshire). En la actualidad trabaja en la unidad de urgencias del Hospital General de Segovia, participa en varias publicaciones inglesas y también ilustra libros y revistas con viñetas médicas.