dijous, 16 d’octubre del 2008

Tuberculosis, una enfermedad antediluviana


El ser humano lleva una eternidad conviviendo, sucumbiendo y sobreviviendo a miles de microorganismos. Una villa neolítica cercana a Haifa (Israel) guardaba celosa los dos primeros casos de tuberculosis confirmados de la historia. Los restos de una madre y su bebé, que vivieron hace 9.000 años, han proporcionado las muestras más antiguas del ADN de 'Mycobacterium tuberculosis', la bacteria que causa esta enfermedad.

Alit-Yam es un asentamiento neolítico que estaba situado, allá por el 7.000 a. C., en una zona pantanosa. Al poco de su desaparición, las aguas mediterráneas la sumergieron y así ha permanecido siglos. Las tumbas excavadas por científicos de la Escuela Universitaria de Londres (Reino Unido) y la Universidad de Tel-Aviv (Israel) estaban encajadas en arcilla, que junto con la arena y agua marinas proporcionó un escudo protector contra la descomposición de los huesos.
Por eso en el esqueleto de la mujer, que se calcula tenía unos 25 años, y del niño –que se asume su hijo- de unos 12 meses, aún era visible la impronta de la tuberculosis. Lesiones endocraneales de formas serpenteantes (impresiones capilares que sugieren inflamación de los vasos meníngeos) y en los huesos tubulares (osteoartropatía hipertrófica) del pequeño, además de una discreta alteración en la tibia de la madre tenían un claro significado para el equipo: tuberculosis.
Lo más probable, relatan en el estudio publicado en la revista 'PLoS ONE', es que la madre contagiara al pequeño poco después de que éste naciera. La bacteria, asentada en los pulmones de la mujer, se diseminó por el cuerpo del pequeño y, con toda probabilidad, acabó con la vida de ambos y fueron enterrados juntos.
Gracias al excelente estado de conservación de los restos, el diagnóstico paleopatológico se pudo confirmar con una herramienta que despejó cualquier asomo de duda: el análisis genético. El examen del ADN "proporcionó evidencias de la presencia de 'M. tuberculosis'" en ambos cuerpos; una "confirmación robusta e independiente de la presencia de tuberculosis", según apuntan los autores de la investigación.
Variante humana primigenia
La confirmación de estos dos casos, además de suponer la evidencia más antigua de esta enfermedad –hay indicios de casos muy anteriores (hace 500.000 años) pero no se han podido certificar-, destierra definitivamente la teoría evolutiva de esta patología que postula que la bacteria de la tuberculosis saltó del ganado a los humanos.
Muy al contrario, los descubrimientos de la especialista británica en enfermedades infecciosas Helen D. Donoghue y sus colaboradores indican que ocurrió exactamente al revés. El microorganismo que provoca la enfermedad en las personas, 'M. tuberculosis', "es definitivamente el agente infectivo original", señala esta investigadora. "Hemos obtenido pruebas directas de algo asumido como cierto", explica a este medio. 'M. bovis' tiene un origen más reciente.
"Sabemos que se trata de la variante humana de la tuberculosis ya que el ADN de la bacteria había peridodo un segmento de su secuencia (deleción TbD1)", ha explicado Donoghue a elmundo.es. "Esta es una característica del linaje de 'M. tuberculosis' que infecta específicamente a los hombres; un linaje que aún se puede encontrar en el mundo", añade.
Todo indica que "el huésped humano y 'M. tuberculosis' han coevolucionado durante mucho tiempo", señala el estudio, y que esta relación comenzó mucho antes que la agricultura y la ganadería, procesos ambos que marcan el inicio del periodo neolítico.
De hecho, la tuberculosis es el patógeno humano más antiguo detectado, aunque el caso más viejo es el de un bisonte del Pleistoceno de hace 17.500 años. "Yo tomé parte en esa investigación", señala Donoghue, "pero el ADN no estaba lo suficientemente bien preservado para determinar si se trataba de una cepa animal, humana o ancestral".
El 'Trypanosoma cruzi', causante de la enfermedad de Chagas, tiene, según los conocimientos que tenemos ahora, una edad parecida al bacilo de Koch. Varios restos humanos momificados, el más antiguo de los cuales está fechado en el 7.050 a. C. estaban infectados con esta bacteria.
Tal vez, finalmente los animales no fueran los que nos transmitieron la tuberculosis pero sí tuvieron que ver con su supervivencia. En Alit-Yam, junto a las tumbas, se encontró gran cantidad de huesos bovinos lo que indica que eran una fuente importante de alimentación. Una población bien nutrida aumenta en número y densidad, un caldo de cultivo perfecto para el desarrollo y contagio de enfermedades.