dimecres, 31 de desembre del 2008

¿Qué aumenta el riesgo de sangrado tras la extirpación de las amígdalas?

Un estudio, publicado en la revista 'The Journal of the American Medical Association', señala que el empleo de la dexametasona, un corticoide, para evitar la aparicion de náuseas y vómitos en niños a los que se les ha extirpado las amígdalas conlleva un mayor riesgo de sangrado.

La amigdalectomía es uno de los procedimientos quirúrgicos más frencuentes en la infancia. En la actualidad su empleo se ha reducido a casi la mitad de lo que se venía realizando en la década de los 60 debido a la generalización de los antibióticos. Sin embargo, son todavía muchos los niños que cada año pasan por quirófano para extirpar sus amígdalas.



Una de las complicaciones que pueden darse tras esta intervención es la aparición de náuseas y vómitos, aunque el síntoma más frecuente es el dolor, que también por sí mismo puede fomentar que se den los primeros. La presencia de estos problemas conlleva un riesgo de deshidratación o más posibilidades de infección, de ahí que se intenten prevenir con ciertos medicamentos.

Para evitar estos trastornos se está empleando, entre otros fármacos, la dexametasona, ya que diferentes estudios y revisiones habían apuntado su utilidad en estos casos. Sin embargo, no está clara la dosis precisa que conviene utilizar. Por este motivo, investigadores del Hospital Universitario de Ginebra (Suiza) han realizado un ensayo en el que han evaluado a 215 niños que se sometieron a una amigdalectomía entre febrero de 2005 y diciembre de 2007. Los niños fueron asignados a diferentes grupos para recibir distintas dosis del fármaco (0,05, 0,15 o 0,5mg por cada kilogramo de peso) o un placebo.

A los 10 días de la intervención, se observó que los vómitos o náuseas fueron menos frecuentes entre los niños que recibieron la mayor dosis de dexametasona. Sin embargo, también se detectó en ese grupo un mayor número de hemorragias. De hecho, la mayor dosis del fármaco se asoció con un riesgo siete veces mayor de sangrado. Ocho niños precisaron ser intervenidos de nuevo debido a la hemorragia y todos ellos había recibido este medicamento. Ante esta complicación, los investigadores decidieron parar el ensayo.

¿Medicamento o técnica?
"No puede excluirse que la dexametasona, posiblemente a través de la inhibición de la curación de la herida, aumente el riesgo de sangrado posoperatorio en este escenario. Se precisarían más ensayos clínicos para confirmar o refutar nuestros resultados, aunque puede ser complicado realizar este tipo de estudios en niños. Futuras investigaciones deberían involucrar a varios centros para mejorar la aplicabilidad de los resultados. Mientras tanto, a pesar de que el medicamentos es un potente antiemético [evita los vómitos], podría ser prudente evitarlo en niños que se somentan a una amigdalectomía", concluyen los autores.

Sin embargo, estos investigadores también señalan algunas debilidades del estudio que podrían haber tenido cierto efecto en los resultados. "No podemos excluir que algunos niños tuvieran trastornos de la hemostasis [mecanismos que controlan los procesos hemorrágicos] no diagnosticados", explican.

Otra limitación para generalizar estos resultados es la técnica que se haya utilizado en estas operaciones. "Esta intervención es sencilla pero el riesgo de sangrado varía en función de cómo se realice, si se emplea el láser, la radiofrecuencia, la electrocoagulación... Estas técnicas pueden hacer variar el dolor, los vómitos y la hemorragias", explica Eduardo Martín Sanz, especialista del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario de Getafe, en Madrid.

"Desde mi experiencia lo que más influye en la aparición de hemorragias es la técnica en sí y no el fármaco que se emplee posteriormente. Para tener en cuenta las conclusiones de este estudio, otros futuros trabajos deberían valorar otras variables y no sólo el medicamento que se administre. Además, los vómitos y las naúseas no son tan frecuentes, el síntoma más habitual es el dolor para el que solemos emplear otros fármacos como el paracetamol. Los corticoides sí los solemos emplear en adultos porque además de quitar el dolor disminuye la inflamación", explica Martín Sanz.