dimecres, 28 de març del 2007

La epidural no debe inyectarse cuando la piel está tatuada

Las mujeres que deseen parir a sus hijos sin dolor deberían pensarse mucho hacerser tatuajes en la columna vertebral. El segundo número de la revista 'OKS Salud' que ha llegado esta semana a los quioscos aborda la problemática de decorar la piel y el riesgo de someterse después a la epidural.
José Ramón Fraile, jefe de la sección de Anestesilogía del Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón (Madrid), explica que la '' incompatibilidad de los tatuajes con este tipo de anestesia, que reduce la sensibilidad de la parte inferior del cuerpo humano y, que por ello, es la más utilizada en los partos, se basa fundamentalmente «en los materiales que emplean los tatuadores y que carecen de control sanitario».
Según este especialista, dichos productos contienen «minerales y metales pesados que varían según el color. Por ejemplo, los tonos rojizos pueden contener mercurio. Si se puncionase a través del tatuaje, la aguja arrastraría estos materiales hasta el sistema nervioso central, donde se generaría una respuesta inflamatoria que podría provocar una lesión neurológica o, incluso, una parálisis». El experto recuerda que los casos «documentados de lesiones nerviosas por pinchazos a través de tatuajes son escasos y se refieren a punciones de plexo [una técnica para dormir el brazo]; pero como el riesgo no compensa los beneficios que puede reportar la epidural, los anestesistas suelen adoptar una posición lógica de prudencia». Es decir, no la aplican.
Existen excepciones a la regla, «y en uno o dos casos de cada 100 mujeres con tatuaje lumbar se puede encontrar un hueco por donde pinchar». Cuando la anestesia está indicada expresamente por el médico, se pueden emplear técnicas especiales para administrarla. Finalmente, los anestesistas deben prestar también atención a las «arrepentidas que se han quitado el grabado por si queda rastro de material pigmentario».